La creación de comunidades dentro de los espacios culturales es más una necesidad. Es poder crear un espacio dentro de mi espacio cultural donde los públicos puedan expresas sus emociones, sentimientos y compartan como se han sentido al ver la obra cultural. Pero esto va más allá de lo físico. La creación de las comunidades virtuales es una realidad.
Existen comunidades virtuales muy arraigadas de clubs de lectura online donde poder compartir las críticas de las lecturas que se seleccionan.
Todos estos lugares se pueden considerar como “un tercer lugar”
¿Qué son los terceros lugares? ¿Podemos crear comunidad fuera de los espacios culturales? A partir de “The great good place” (1989), el artículo investiga esas comunidades virtuales en casos de éxito como las comunidades en torno a los videojuegos. ¿Podemos replicarlo en la cultura?