Las exposiciones temporales inmersivas han ocupado inmensos espacios y carpas. Se han convertido, como nos cuenta la periodista Ana Marcos, en un posible “plan de Navidad”.
La lectura de la newsletter, estrenada hace un mes, nos hace reflexionar sobre la instalación de estas novedosas exposiciones inmersivas como vía para llegar a todos los públicos. Se exhiben como un “arte sin arte” lleno de imágenes, luces y colores. ¿Es esta una forma de consumir obras que viene para quedarse?
En opinión de Marcos, ante este panorama, los museos tradicionales no deberían olvidarse de atraer y mantener a sus públicos más fieles. Es decir, aquellos que realizan la visita para apreciar la naturaleza de los cuadros pensados, creados y elaborados por sus artistas.